-¿Qué hora es?
-No importa el tiempo, disfruta el momento.
-¿Qué ocurre?
-Los nervios se me escurren.
-¿Por qué? No lo entiendo.
-Espero que sea el miedo.
-¡Chiquillo! No logro comprenderlo.
-Pierdes el tiempo.
-No debo perderlo, el tiempo es oro.
Y el tiempo saltó:
-Aquí y ahora, este es el momento.
Y así pasó. Sin más ni menos.
-Lucho por mis sueño.
Y ese instante sonó la campana.
-Por fin, ya me he dado cuenta de que esto solo es nuestro fin.
Y de la noche a la mañana el sentido cambió.
-Esto no va por ningún camino, lo nuestro no tiene sentido.
Los nervios a flor de piel.
-¿Verdad qué si?
-A ningún lado íbamos por el camino enredado.
Las zarzas se desenredaron, las piedras se hicieron fina arena.
-¡No puede ser! Llega el día.
Y el sol apareció entre las nubes. Solo queda la última palabra de la noche:
-FIN